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[post_content] => Amanece y el aire aún es fresco a pesar del verano. Arroyomolinos de León, un pequeño pueblo onubense de la sierra de Aracena, se despereza al son del burbujeo de las cafeteras, las persianas y puertas abriéndose y los cálidos “buenos días” de sus vecinos.
Vamos andando a la huerta del proyecto “Tomates Felices: inclusión laboral y salud mental”, gestionado por y para personas con experiencia propia en salud mental, que busca su inclusión laboral mediante el cultivo tradicional y las actividades agroturísticas en una zona donde las tasas de desempleo son elevadas y las oportunidades laborales muy reducidas. Al cruzar la puerta de madera nos espera Sebastián Molina (Sebas), promotor de la iniciativa, y Encarna Grande-Caballero, su madre, ambos fundadores de la delegación de FEAFES Huelva en Arroyomolinos de León.
Esta huerta agroterapéutica, enclavada entre montes poblados de encinas y alcornoques, se puso en marcha en 2015 y es uno de los proyectos estrella de esta delegación. “En nuestro entorno el cultivo de la huerta es un recurso en proceso de abandono, con lo que pensamos que era importante revertir esa tendencia y aprovechar terrenos que no estuvieran en uso” aclara Sebas, que llevaba tiempo madurando esta idea.
Así, el año pasado encontraron al fin la oportunidad que estaban buscando. Un vecino de Aroyomolinos, entusiasmado con el proyecto, les cedió un terreno de 1000 m2, que entre todos rehabilitaron y que hoy es una huerta que cultivan las personas asociadas a la delegación arroyenca y cuyos productos venden cada semana.
Beneficios de la agroterapia
El usar el cultivo de la huerta como terapia, lo que se ha denominado agroterapia, no es nuevo. Son cada vez más las asociaciones de la red de SALUD MENTAL ESPAÑA que cuentan con huertos terapéuticos, como AFEMA, AGIFES, PROSAME, el grupo ASOVICA-FADESS, AFAEPS, PROINES Salud Mental o ASCASAM, entre otras muchas.
El realizar esta actividad tiene diferentes impactos positivos en las personas con problemas de salud mental. Por un lado, explica Sebas, “se está realizando una actividad física moderada en contacto con la naturaleza”, una actividad compuesta “por muchas tareas diferentes que la hacen más atractiva y menos repetitiva”. Y por otro lado, añade, “el proceso del cultivo (desde preparar la tierra, sembrar y plantar, cuidar y regar, cosechar y por último, vender los productos) mejora la autoestima”, haciendo a la persona “partícipe de un proceso productivo” en el que “ha ido viendo paso por paso los avances del cultivo”.
Sin prisa pero sin pausa. Según el impulsor de Tomates Felices, con el proceso lento pero continuo propio de la huerta “también se trabajan habilidades como la gestión del tiempo, del estrés y la ansiedad, así como la planificación a medio y largo plazo”.
Y no podemos olvidar la socialización. ”Nuestra huerta siempre está abierta para todas aquellas personas que nos quieran visitar y conocer”, una invitación a la participación quegenera “una interacción social natural en un entorno donde la persona participante es co-protagonista, cambiando aislamiento por ilusión, satisfacción, sentimiento de utilidad y gratitud”.“Yo tenía una depresión fuerte y lo que me sacó de casa fue la huerta” afirma rotunda Marilí, una de las usuarias de este proyecto. Según ella, es un entorno “donde estás bien, donde estás a gusto y donde tu mente te permite estar relajado”, una calma que visitando Tomates Felices hemos experimentado nada más sentir el leve crujir de la tierra bajo los pies, demasiado acostumbrados al asfalto.
“La paz que esto da, eso para mí es muy importante”. Añade ella. Antonio, otro de los usuarios asiente y sonríe. Tan importante que se lo recomendaría a más personas. “Yo animaría a más gente, a otras personas como yo. Es calidad de vida”.
Calidad de vida y una interacción normalizada. La creación de la asociación y las actividades que realizan han contribuido enormemente a visibilizar la realidad de la salud mental. Según Encarna, su fundadora, “la gente se interesa, nos apoya o nos felicita”. Los vecinos de Arroyomolinos están acostumbrados a ver a quienes cuidan del huerto “todo el día para arriba y para abajo con las herramientas, compran los productos…”. Una interacción que “ayuda a comprender”.
Ecológico y solidario
La agricultura ecológica, tan de moda hoy en día, “es como aquí se ha hecho de toda la vida, no hay que inventar mucho más” señala Sebas. Tomates Felices retoma el cultivo tradicional añadiendo algunas técnicas que pueden ser más modernas como el goteo, orientado al ahorro del agua. “También usamos insecticidas naturales, hechos con ortigas” nos cuenta Marilí, mostrándonos cómo a pesar de su repugnante olor, la maceración de ortigas “para el pulgón y algunos insectos va fenomenal”.
El cultivo lo rotan. Donde este año haya habido tomates, el siguiente hay que sembrar otro tipo de cultivo que sea complementario, como leguminosas “que son buenas recuperando el suelo”. Además, el abono que usan es estiércol de cuadra, “de caballos de aquí de la zona”, siempre intentando que el impacto con el medio ambiente sea el menor posible.
Desde la entidad informan además de la puesta en marcha de un servicio de agroturismo para que grupos, asociaciones, familias con niños, etc. “nos conozcan de primera mano y puedan vivir durante unas horas la experiencia de Tomates Felices”. Descubrir el entorno, poder cultivar, recoger y degustar los productos, es una experiencia inolvidable de la que tras este reportaje podemos dar fe. Para Marilí, “eso es lo que más le gusta a la gente, el poder comerse un pepino, un pimiento o un tomate el mismo día que lo has cosechado. Aquí pasa de la mata al plato”.
Hoy como feliz
Además de contar con el apoyo de comercios y restaurantes comprometidos con el proyecto, para gestionar la venta directa de sus productos tienen un grupo de WhatsApp llamado “La cuadrilla feliz” en el que cada día publican una foto de los productos que han recogido. Los pedidos se preparan en bolsas de papel, en las que escriben a mano el peso del producto, el precio y un aviso que abre el apetito: #HoyComoFeliz.
Y es que como hemos descubierto en esta huerta, se puede comer feliz. Comprando productos frescos y ecológicos no sólo por su sabor incomparable, sino sabiendo que los beneficios de esta compra se destinan a mejorar la calidad de vida de personas con problemas de salud mental.
“Siempre lo vendemos todo, el mismo día” nos cuentan riendo. Y es que con el esfuerzo, el cariño y la ilusión con la que cultivan, sus productos son tanfelices que todo aquel que los prueba, repite.
Recientemente "Tomates felices" está desarrollando un proyecto de crowdfunding, puedes colaborar con él a través del siguiente enlace:http://bit.ly/2h62nRR
Reportaje publicado en el nº 2 de la Revista Encuentro, de 2016.
Para saber más: www.tomatesfelices.es
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"Tomates Felices: inclusión laboral y salud mental" es un proyecto agroterapéutico de la delegación de FEAFES Huelva en Arroyomolinos de León. Gracias a este proyecto, las personas con problemas de salud mental de la zona labran su propia recuperación en un entorno normalizado.
Amanece y el aire aún es fresco a pesar del verano. Arroyomolinos de León, un pequeño pueblo onubense de la sierra de Aracena, se despereza al son del burbujeo de las cafeteras, las persianas y puertas abriéndose y los cálidos “buenos días” de sus vecinos.
Vamos andando a la huerta del proyecto “Tomates Felices: inclusión laboral y salud mental”, gestionado por y para personas con experiencia propia en salud mental, que busca su inclusión laboral mediante el cultivo tradicional y las actividades agroturísticas en una zona donde las tasas de desempleo son elevadas y las oportunidades laborales muy reducidas. Al cruzar la puerta de madera nos espera Sebastián Molina (Sebas), promotor de la iniciativa, y Encarna Grande-Caballero, su madre, ambos fundadores de la delegación de FEAFES Huelva en Arroyomolinos de León.
Esta huerta agroterapéutica, enclavada entre montes poblados de encinas y alcornoques, se puso en marcha en 2015 y es uno de los proyectos estrella de esta delegación. “En nuestro entorno el cultivo de la huerta es un recurso en proceso de abandono, con lo que pensamos que era importante revertir esa tendencia y aprovechar terrenos que no estuvieran en uso” aclara Sebas, que llevaba tiempo madurando esta idea.
Así, el año pasado encontraron al fin la oportunidad que estaban buscando. Un vecino de Aroyomolinos, entusiasmado con el proyecto, les cedió un terreno de 1000 m2, que entre todos rehabilitaron y que hoy es una huerta que cultivan las personas asociadas a la delegación arroyenca y cuyos productos venden cada semana.
Beneficios de la agroterapia
El usar el cultivo de la huerta como terapia, lo que se ha denominado agroterapia, no es nuevo. Son cada vez más las asociaciones de la red de SALUD MENTAL ESPAÑA que cuentan con huertos terapéuticos, como AFEMA, AGIFES, PROSAME, el grupo ASOVICA-FADESS, AFAEPS, PROINES Salud Mental o ASCASAM, entre otras muchas.
El realizar esta actividad tiene diferentes impactos positivos en las personas con problemas de salud mental. Por un lado, explica Sebas, “se está realizando una actividad física moderada en contacto con la naturaleza”, una actividad compuesta “por muchas tareas diferentes que la hacen más atractiva y menos repetitiva”. Y por otro lado, añade, “el proceso del cultivo (desde preparar la tierra, sembrar y plantar, cuidar y regar, cosechar y por último, vender los productos) mejora la autoestima”, haciendo a la persona “partícipe de un proceso productivo” en el que “ha ido viendo paso por paso los avances del cultivo”.
Sin prisa pero sin pausa. Según el impulsor de Tomates Felices, con el proceso lento pero continuo propio de la huerta “también se trabajan habilidades como la gestión del tiempo, del estrés y la ansiedad, así como la planificación a medio y largo plazo”.
Y no podemos olvidar la socialización. ”Nuestra huerta siempre está abierta para todas aquellas personas que nos quieran visitar y conocer”, una invitación a la participación quegenera “una interacción social natural en un entorno donde la persona participante es co-protagonista, cambiando aislamiento por ilusión, satisfacción, sentimiento de utilidad y gratitud”. “Yo tenía una depresión fuerte y lo que me sacó de casa fue la huerta” afirma rotunda Marilí, una de las usuarias de este proyecto. Según ella, es un entorno “donde estás bien, donde estás a gusto y donde tu mente te permite estar relajado”, una calma que visitando Tomates Felices hemos experimentado nada más sentir el leve crujir de la tierra bajo los pies, demasiado acostumbrados al asfalto. “La paz que esto da, eso para mí es muy importante”. Añade ella. Antonio, otro de los usuarios asiente y sonríe. Tan importante que se lo recomendaría a más personas. “Yo animaría a más gente, a otras personas como yo. Es calidad de vida”.
Calidad de vida y una interacción normalizada. La creación de la asociación y las actividades que realizan han contribuido enormemente a visibilizar la realidad de la salud mental. Según Encarna, su fundadora, “la gente se interesa, nos apoya o nos felicita”. Los vecinos de Arroyomolinos están acostumbrados a ver a quienes cuidan del huerto “todo el día para arriba y para abajo con las herramientas, compran los productos…”. Una interacción que “ayuda a comprender”.
Ecológico y solidario
La agricultura ecológica, tan de moda hoy en día, “es como aquí se ha hecho de toda la vida, no hay que inventar mucho más” señala Sebas. Tomates Felices retoma el cultivo tradicional añadiendo algunas técnicas que pueden ser más modernas como el goteo, orientado al ahorro del agua. “También usamos insecticidas naturales, hechos con ortigas” nos cuenta Marilí, mostrándonos cómo a pesar de su repugnante olor, la maceración de ortigas “para el pulgón y algunos insectos va fenomenal”.
El cultivo lo rotan. Donde este año haya habido tomates, el siguiente hay que sembrar otro tipo de cultivo que sea complementario, como leguminosas “que son buenas recuperando el suelo”. Además, el abono que usan es estiércol de cuadra, “de caballos de aquí de la zona”, siempre intentando que el impacto con el medio ambiente sea el menor posible.
Desde la entidad informan además de la puesta en marcha de un servicio de agroturismo para que grupos, asociaciones, familias con niños, etc. “nos conozcan de primera mano y puedan vivir durante unas horas la experiencia de Tomates Felices”. Descubrir el entorno, poder cultivar, recoger y degustar los productos, es una experiencia inolvidable de la que tras este reportaje podemos dar fe. Para Marilí, “eso es lo que más le gusta a la gente, el poder comerse un pepino, un pimiento o un tomate el mismo día que lo has cosechado. Aquí pasa de la mata al plato”.
Hoy como feliz
Además de contar con el apoyo de comercios y restaurantes comprometidos con el proyecto, para gestionar la venta directa de sus productos tienen un grupo de WhatsApp llamado “La cuadrilla feliz” en el que cada día publican una foto de los productos que han recogido. Los pedidos se preparan en bolsas de papel, en las que escriben a mano el peso del producto, el precio y un aviso que abre el apetito: #HoyComoFeliz.
Y es que como hemos descubierto en esta huerta, se puede comer feliz. Comprando productos frescos y ecológicos no sólo por su sabor incomparable, sino sabiendo que los beneficios de esta compra se destinan a mejorar la calidad de vida de personas con problemas de salud mental. “Siempre lo vendemos todo, el mismo día” nos cuentan riendo. Y es que con el esfuerzo, el cariño y la ilusión con la que cultivan, sus productos son tanfelices que todo aquel que los prueba, repite.
Recientemente «Tomates felices» está desarrollando un proyecto de crowdfunding, puedes colaborar con él a través del siguiente enlace:http://bit.ly/2h62nRR
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