“El problema del bullying existe y es responsabilidad de todos, pero sobre todo de los adultos, solucionarlo”
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[post_content] => María Manonelles, ibicenca de 21 años, tiene una pasión: dibujar. Lo hace desde pequeña y no dejó de hacerlo cuando, a los 20 años, tuvo que ingresar durante un mes en un centro hospitalario debido a sus problemas de salud mental. De aquella experiencia nació su primer libro, “Dormo molt”, que autoeditó animada por personas de su entorno. Tras participar como ponente en la jornada “Educación inclusiva, salud mental positiva” que SALUD MENTAL ESPAÑA organizó con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, hablamos con esta joven ilustradora del bullying que sufrió en la adolescencia, de la importancia del dibujo en su vida y de cómo afrontar el estigma que rodea a los trastornos mentales.¿Cuándo comenzó tu problema de salud mental? ¿Tuvo que ver con el bullying que sufriste en el instituto?
Probablemente todo lo que comenzó a afectar a mis problemas relacionados con trastornos de personalidad y mi tendencia a la ansiedad a día de hoy, empezó a hacerlo a tempranísima edad por un ambiente de lo que calificaría de maltrato de género en mi casa. Sin duda, una vez llegada la secundaria, el encontrarme con más abusones en el ámbito escolar, además del que ya tenía en el ámbito familiar, complicó aún más las cosas.
¿Qué consecuencias tuvo para ti el hecho de haber padecido acoso escolar?
Sobre todo muchísima inseguridad en mí misma y un bajón de autoestima considerable, junto con la ansiedad de tener que enfrentarme a eso día a día, sí o sí. Lo más obvio que me sigue pasando casi cada vez que salgo a la calle, y que relaciono con mi período de acoso escolar, es que al oír a dos o más personas riéndose entre ellas, aunque sea a veinte metros, lo primero que entiendo es que se están riendo de mí, con lo que inmediatamente me veo revisando la ropa que llevo, colocándome el pelo, corrigiendo mi postura, o sacando mis auriculares por si se escucha la música desde fuera.
En alguna ocasión has comentado que, cuando esto ocurrió, no recibiste el apoyo y la ayuda que hubieses necesitado por parte del colegio y de tu entorno… ¿cómo crees que se debe ayudar a niños y adolescentes que ahora están en el lugar en el que tú estuviste?
Para eso hay que hacer algo muy complicado para la mayoría de profesores que es bajarse los humos de superioridad e ir a hablar de tú a tú con los agresores, porque ningún matón va a escuchar a nadie mayor que él sin el título de familiar que se ande con repeticiones adoctrinadoras como “El bullying está muy mal”. Intenta comprender por qué actúa ese niño como actúa, entonces encontrarás el modo de rectificar el error. De cara a la prevención esto no debe ser privado, sino algo recordado a lo largo del curso, de forma lo más dinámica posible. El problema existe y es responsabilidad de todos, pero sobre todo de los adultos, solucionarlo.
2 millones de jóvenes de 15 a 29 años (30%) han sufrido síntomas de trastorno mental en el último año… ¿Crees que hay que apostar por una educación inclusiva, en la que se respete la diversidad de todo tipo, que ayude a prevenir estas situaciones?
Por supuesto, es deber del maestro/profesor amoldarse a las necesidades de cada alumno. Si se necesita un especialista más en el aula, pues se contrata. Si no hay dinero, que se informen: internet es fantástico, hay información directa, información sobre asociaciones… información, información, información. Creo que la información y la empatía van muy ligadas, son dos palabras clave en la esencial educación inclusiva.
“La información y la empatía van muy ligadas, son dos palabras clave en la educación inclusiva”
¿En qué momento fuiste consciente de que no te sentías bien y de que necesitabas ayuda?
A los 15 años empecé a notar bastantes problemas de aislamiento social, sin conocer los términos ni nada, claro. Me hice un lío y no sabía muy bien qué me pasaba. De hecho, había sido una tía bastante extrovertida toda la vida.
A los 20 años tuviste un ingreso hospitalario que duró un mes. ¿Cómo te sentiste cuando eso ocurrió y cómo era allí tu día a día?
Un poco desorientada cuando te dicen que vas a estar, como mucho, tres días en el psiquiátrico y acabas al final un mes. El día a día era muy rutinario. A mí me iba bien, porque eso te daba una conciencia del paso del tiempo. Sin embargo, me parece más importante el debate sobre la verdadera finalidad de las unidades psiquiátricas: si son coherentes en sus razones y argumentos, si a pesar del claro cambio respecto al pasado siguen una ética contemporánea, o si realmente son necesarias. Mi respuesta, desde mi totalmente no profesional pero sí experimentado testimonio, es no.
Durante este ingreso, escribiste el libro “Dormo Molt” (Duermo Mucho), en el que reflejas y describes a través de ilustraciones esta experiencia… ¿qué te llevó a plasmar en un libro este momento de tu vida?
Mientras estaba dentro, el cuaderno desordenado que llenaba de garabatos y apuntes cumplía la importante función de plasmar mis experiencias para mi propia desastrosa memoria, pues en ese momento no paraba de pensar “Esto es muy importante, María, tienes que acordarte de cada detalle, vas a tener que acordarte de todo”. Me sabe mal, María del pasado, solo me acuerdo de lo que escribiste y dibujaste. Al salir me vi con que septiembre estaba al caer y con él mi recuperación del proyecto final inexistente que no había presentado, con lo que hice una versión muy primitiva del libro. Al acabar, mucha gente (dos personas y mi madre) me repitieron durante unos meses que lo publicara, que lo había explicado genial… ¡a algunos hasta les había pasado lo mismo! “Qué dices, esto no lo va a querer nadie, está muy mal hecho y a nadie le va a importar”. “¡Que sí, que sí!”, repetía mi grandioso club de tres fans. Sucumbí y decidí autopublicar 140 ejemplares, menuda locura. Vendí 10 y ya empezaba a planear mi jubilación prematura cuando de pronto los vendí todos, me contactó una editorial de verdad y empecé a salir en los medios. Madre de Dios, ¿dónde me he metido? Lo digo en presente porque aún estoy ahí ahí. Pero si algo me empuja a hacerlo es la sorprendente acogida de tantas personas que se han visto reflejadas en una historia que creía incomprensible. Al parecer les ha servido a ellos y ya veis que a mí también.
¿Qué significa para ti dibujar?
Dibujar me encanta, ha sido desde siempre una afición. Se está convirtiendo en profesión tal vez demasiado rápido porque os aseguro que mi nivel sigue siendo el de una aficionada. Me encanta presentarme como “Hola, soy María Manonelles Ribes, ilustradora profesional”. Pero para ser ilustradora profesional una tiene que dibujar más de una vez a la semana. Mi vocación es vaga, aunque útil para aclarar mi mente como nada lo consigue. Lo que se me da profesionalmente bien es dormir. Sigo buscando el modo de monetizarlo...
En tu experiencia, ¿sigue habiendo mucho estigma con los problemas de salud mental por parte de la sociedad?
Muchísimo, ¡maldita sea! Qué desastre, de verdad, ni en mi propia familia, plagada de locos, actúan con normalidad ante el tema. Se trata con secretismo. Hay gente que no está de acuerdo y yo lo respeto. Cada uno hace lo que le parece. A mí me parece que estoy como una regadera, vaya, loca, loca, loca, lo que se dice loca casi como insulto, lo que se evita a toda costa casi como tabú, yo os lo digo casi como orgullo. Me reapropio de la palabra y le quito todo lo feo que le han metido el resto de mezquinos y ultraarrogantes. La verdad es que hay que estar loca para hacer eso.
“Estés en la situación en la que estés, siempre hay una vía”
¿Qué le dirías a una persona joven que empezase a pasar por lo mismo que pasaste tú?
Básicamente que se puede vivir bien con esto, con la ayuda de profesionales y de personas empáticas. Y de la música y el arte, que son muy importantes. Se tiende a pensar que por haber escrito un libro he superado mis movidas. Algunos tienen la suerte de poder decir “Hasta aquí mi depresión”. Pero para la mayoría no es tan sencillo. La salud mental es muy compleja y pocas veces se presenta un trastorno solo y menos con tan corto plazo de vida. Ojalá. Pero no. Se va a quedar y es una horrible noticia en cuanto te das cuenta y tu trastorno aprovecha para repetírtelo a cada segundo de silencio. Pero sin duda se puede vivir con ello, como he dicho antes, porque estés en la situación en la que estés, siempre hay una vía. Lo que voy a hacer va a ser entenderlo, aprender a manejarlo, aprender a cuidarme, aprender a recibir ayuda… en definitiva: aprender a vivir bien con esto.
Intervención de María Manonelles en la jornada técnica "Educación inclusiva. Salud mental positiva", Día Mundial de la Salud Mental 2018:"Duermo mucho", editorial Fragile Movement.
Entrevista publicada en el nº 3 de la Revista Encuentro, 2018.
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“El problema del bullying existe y es responsabilidad de todos, pero sobre todo de los adultos, solucionarlo”
22/03/2019
Entrevista a María Manonelles, autora del libro "Duermo mucho", publicada en el nº 3 de la Revista Encuentro.
María Manonelles, ibicenca de 21 años, tiene una pasión: dibujar. Lo hace desde pequeña y no dejó de hacerlo cuando, a los 20 años, tuvo que ingresar durante un mes en un centro hospitalario debido a sus problemas de salud mental. De aquella experiencia nació su primer libro, “Dormo molt”, que autoeditó animada por personas de su entorno. Tras participar como ponente en la jornada “Educación inclusiva, salud mental positiva” que SALUD MENTAL ESPAÑA organizó con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, hablamos con esta joven ilustradora del bullying que sufrió en la adolescencia, de la importancia del dibujo en su vida y de cómo afrontar el estigma que rodea a los trastornos mentales.
¿Cuándo comenzó tu problema de salud mental? ¿Tuvo que ver con el bullying que sufriste en el instituto?
Probablemente todo lo que comenzó a afectar a mis problemas relacionados con trastornos de personalidad y mi tendencia a la ansiedad a día de hoy, empezó a hacerlo a tempranísima edad por un ambiente de lo que calificaría de maltrato de género en mi casa. Sin duda, una vez llegada la secundaria, el encontrarme con más abusones en el ámbito escolar, además del que ya tenía en el ámbito familiar, complicó aún más las cosas.
¿Qué consecuencias tuvo para ti el hecho de haber padecido acoso escolar?
Sobre todo muchísima inseguridad en mí misma y un bajón de autoestima considerable, junto con la ansiedad de tener que enfrentarme a eso día a día, sí o sí. Lo más obvio que me sigue pasando casi cada vez que salgo a la calle, y que relaciono con mi período de acoso escolar, es que al oír a dos o más personas riéndose entre ellas, aunque sea a veinte metros, lo primero que entiendo es que se están riendo de mí, con lo que inmediatamente me veo revisando la ropa que llevo, colocándome el pelo, corrigiendo mi postura, o sacando mis auriculares por si se escucha la música desde fuera.
En alguna ocasión has comentado que, cuando esto ocurrió, no recibiste el apoyo y la ayuda que hubieses necesitado por parte del colegio y de tu entorno… ¿cómo crees que se debe ayudar a niños y adolescentes que ahora están en el lugar en el que tú estuviste?
Para eso hay que hacer algo muy complicado para la mayoría de profesores que es bajarse los humos de superioridad e ir a hablar de tú a tú con los agresores, porque ningún matón va a escuchar a nadie mayor que él sin el título de familiar que se ande con repeticiones adoctrinadoras como “El bullying está muy mal”. Intenta comprender por qué actúa ese niño como actúa, entonces encontrarás el modo de rectificar el error. De cara a la prevención esto no debe ser privado, sino algo recordado a lo largo del curso, de forma lo más dinámica posible. El problema existe y es responsabilidad de todos, pero sobre todo de los adultos, solucionarlo.
2 millones de jóvenes de 15 a 29 años (30%) han sufrido síntomas de trastorno mental en el último año… ¿Crees que hay que apostar por una educación inclusiva, en la que se respete la diversidad de todo tipo, que ayude a prevenir estas situaciones?
Por supuesto, es deber del maestro/profesor amoldarse a las necesidades de cada alumno. Si se necesita un especialista más en el aula, pues se contrata. Si no hay dinero, que se informen: internet es fantástico, hay información directa, información sobre asociaciones… información, información, información. Creo que la información y la empatía van muy ligadas, son dos palabras clave en la esencial educación inclusiva.
“La información y la empatía van muy ligadas, son dos palabras clave en la educación inclusiva”
¿En qué momento fuiste consciente de que no te sentías bien y de que necesitabas ayuda?
A los 15 años empecé a notar bastantes problemas de aislamiento social, sin conocer los términos ni nada, claro. Me hice un lío y no sabía muy bien qué me pasaba. De hecho, había sido una tía bastante extrovertida toda la vida.
A los 20 años tuviste un ingreso hospitalario que duró un mes. ¿Cómo te sentiste cuando eso ocurrió y cómo era allí tu día a día?
Un poco desorientada cuando te dicen que vas a estar, como mucho, tres días en el psiquiátrico y acabas al final un mes. El día a día era muy rutinario. A mí me iba bien, porque eso te daba una conciencia del paso del tiempo. Sin embargo, me parece más importante el debate sobre la verdadera finalidad de las unidades psiquiátricas: si son coherentes en sus razones y argumentos, si a pesar del claro cambio respecto al pasado siguen una ética contemporánea, o si realmente son necesarias. Mi respuesta, desde mi totalmente no profesional pero sí experimentado testimonio, es no.
Durante este ingreso, escribiste el libro “Dormo Molt” (Duermo Mucho), en el que reflejas y describes a través de ilustraciones esta experiencia… ¿qué te llevó a plasmar en un libro este momento de tu vida?
Mientras estaba dentro, el cuaderno desordenado que llenaba de garabatos y apuntes cumplía la importante función de plasmar mis experiencias para mi propia desastrosa memoria, pues en ese momento no paraba de pensar “Esto es muy importante, María, tienes que acordarte de cada detalle, vas a tener que acordarte de todo”. Me sabe mal, María del pasado, solo me acuerdo de lo que escribiste y dibujaste. Al salir me vi con que septiembre estaba al caer y con él mi recuperación del proyecto final inexistente que no había presentado, con lo que hice una versión muy primitiva del libro. Al acabar, mucha gente (dos personas y mi madre) me repitieron durante unos meses que lo publicara, que lo había explicado genial… ¡a algunos hasta les había pasado lo mismo! “Qué dices, esto no lo va a querer nadie, está muy mal hecho y a nadie le va a importar”. “¡Que sí, que sí!”, repetía mi grandioso club de tres fans. Sucumbí y decidí autopublicar 140 ejemplares, menuda locura. Vendí 10 y ya empezaba a planear mi jubilación prematura cuando de pronto los vendí todos, me contactó una editorial de verdad y empecé a salir en los medios. Madre de Dios, ¿dónde me he metido? Lo digo en presente porque aún estoy ahí ahí. Pero si algo me empuja a hacerlo es la sorprendente acogida de tantas personas que se han visto reflejadas en una historia que creía incomprensible. Al parecer les ha servido a ellos y ya veis que a mí también.
¿Qué significa para ti dibujar?
Dibujar me encanta, ha sido desde siempre una afición. Se está convirtiendo en profesión tal vez demasiado rápido porque os aseguro que mi nivel sigue siendo el de una aficionada. Me encanta presentarme como “Hola, soy María Manonelles Ribes, ilustradora profesional”. Pero para ser ilustradora profesional una tiene que dibujar más de una vez a la semana. Mi vocación es vaga, aunque útil para aclarar mi mente como nada lo consigue. Lo que se me da profesionalmente bien es dormir. Sigo buscando el modo de monetizarlo…
En tu experiencia, ¿sigue habiendo mucho estigma con los problemas de salud mental por parte de la sociedad?
Muchísimo, ¡maldita sea! Qué desastre, de verdad, ni en mi propia familia, plagada de locos, actúan con normalidad ante el tema. Se trata con secretismo. Hay gente que no está de acuerdo y yo lo respeto. Cada uno hace lo que le parece. A mí me parece que estoy como una regadera, vaya, loca, loca, loca, lo que se dice loca casi como insulto, lo que se evita a toda costa casi como tabú, yo os lo digo casi como orgullo. Me reapropio de la palabra y le quito todo lo feo que le han metido el resto de mezquinos y ultraarrogantes. La verdad es que hay que estar loca para hacer eso.
“Estés en la situación en la que estés, siempre hay una vía”
¿Qué le dirías a una persona joven que empezase a pasar por lo mismo que pasaste tú?
Básicamente que se puede vivir bien con esto, con la ayuda de profesionales y de personas empáticas. Y de la música y el arte, que son muy importantes. Se tiende a pensar que por haber escrito un libro he superado mis movidas. Algunos tienen la suerte de poder decir “Hasta aquí mi depresión”. Pero para la mayoría no es tan sencillo. La salud mental es muy compleja y pocas veces se presenta un trastorno solo y menos con tan corto plazo de vida. Ojalá. Pero no. Se va a quedar y es una horrible noticia en cuanto te das cuenta y tu trastorno aprovecha para repetírtelo a cada segundo de silencio. Pero sin duda se puede vivir con ello, como he dicho antes, porque estés en la situación en la que estés, siempre hay una vía. Lo que voy a hacer va a ser entenderlo, aprender a manejarlo, aprender a cuidarme, aprender a recibir ayuda… en definitiva: aprender a vivir bien con esto.
Intervención de María Manonelles en la jornada técnica «Educación inclusiva. Salud mental positiva», Día Mundial de la Salud Mental 2018:
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