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    [post_content] => Enrique GonzálezHace ya más de 10 años que debuté en esto de experimentar un problema de salud mental. Fíjense bien que utilizo el termino debuté como hace muchas veces la psiquiatría, porque el sistema actual tiende a que después de un debut, las personas tengamos una larga carrera dentro de los servicios de salud mental. Sólo unos pocos afortunados consiguen salirse del circuito ingreso-diagnóstico-medicación-autoestigma-cronicidad. A la gran mayoría de personas que estamos diagnosticadas de un trastorno mental grave se nos dice que nuestra carrera durará el resto de nuestra vida.
Fíjense en la perversión de un sistema que utiliza el término debut, a sabiendas que una vez lo haya hecho, haya entrado en él, difícilmente podrá escapar, te has convertido en un fiel cliente de las farmacéuticas, apoyadas siempre por esa figura, esa personalidad de nuestra sociedad que te verá 15 minutos cada seis meses y que mantendrá tu cronicidad mediante el control que ejercerá en tu vida: El psiquiatra. La persona que debería estar ahí para tu recuperación, para tu curación, se convertirá en el guarda y custodia de la llave que te abre la puerta de salida del actual sistema biologicista de salud mental. Muy pocos son los que te abrirán la puerta para salir. Una vez dentro, intentarán convencerte de que tus problemas se deben a una causa genética o biológica. Que tú no tienes responsabilidad sobre lo que te ha ocurrido, que tu vida y tu biografía nada tienen que ver con tus problemas, que lo único que puedes y debes hacer es tomarte esta pastilla, esta inyección, o este cóctel de ambas, que te mantendrán emocionalmente estable, tan estable, y tan sedado, que tu vida se convertirá en una especie de llanura desértica, sin alto y bajos, donde no haya montañas que escalar porque tú no debes hacer esfuerzos, tú debes llevar una vida tranquila y sosegada. El trabajo no es para ti, el amor no es para ti. Lo más importante es que no te vuelva a dar una crisis. Que no vuelvas a ingresar.
Así estaba yo después de mi debut. Pero algo me decía que existía algo más que desierto, dejé de creerme que no podía salir de ese círculo, y comencé a luchar, comencé a creer en mí mismo y no en la palabra de otro, y encontré en el desierto pequeños oasis donde la industria farmacéutica no había metido sus garras. Comencé a hacer terapia, una terapia donde mi biografía, quien yo soy, sí que tenía importancia. Y comencé a recuperarme, y encontré personas dentro del sistema que luchaban para cambiarlo. Esas personas tenían llave, y me abrieron la puerta, la puerta del movimiento asociativo. Había encontrado en el desierto un grupo que resistía y luchaba por un mundo más justo. Ya no estaba solo, y aquello le daba sentido a mi vida. Un sentido que era más importante que yo mismo, que iba más allá de mi propio bienestar.
El movimiento asociativo, la unión de personas, es la única herramienta, la única fuerza capaz de cambiar el mundo. Sólo cuando nos unimos somos capaces de producir cambios. Rememos juntos como en las galeras y este cambio será imparable. Recuerda que por muy solo que puedas llegar a sentirte, desde  la marea asociativa en salud mental estamos trabajando para que no sea así, para que tengamos una sociedad donde tu vida importe, tus necesidades se satisfagan y tus derechos se cumplan. Así que deja de luchar solo y únete. Yo lo hice. Y no puedo estar más orgulloso de mí mismo y del movimiento de personas del que formo parte.
 
Artículo de opinión publicado en la sección "La voz de SALUD MENTAL ESPAÑA" del nº 1 de 2016 de la Revista Encuentro.
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¿Por qué es importante el movimiento asociativo?

07/08/2016

Presidente de AFES Salud Mental y representante de Federación Salud Mental Canarias en el Comité Pro Salud Mental en Primera Persona de SALUD MENTAL ESPAÑA.

Enrique GonzálezHace ya más de 10 años que debuté en esto de experimentar un problema de salud mental. Fíjense bien que utilizo el termino debuté como hace muchas veces la psiquiatría, porque el sistema actual tiende a que después de un debut, las personas tengamos una larga carrera dentro de los servicios de salud mental. Sólo unos pocos afortunados consiguen salirse del circuito ingreso-diagnóstico-medicación-autoestigma-cronicidad. A la gran mayoría de personas que estamos diagnosticadas de un trastorno mental grave se nos dice que nuestra carrera durará el resto de nuestra vida.
Fíjense en la perversión de un sistema que utiliza el término debut, a sabiendas que una vez lo haya hecho, haya entrado en él, difícilmente podrá escapar, te has convertido en un fiel cliente de las farmacéuticas, apoyadas siempre por esa figura, esa personalidad de nuestra sociedad que te verá 15 minutos cada seis meses y que mantendrá tu cronicidad mediante el control que ejercerá en tu vida: El psiquiatra. La persona que debería estar ahí para tu recuperación, para tu curación, se convertirá en el guarda y custodia de la llave que te abre la puerta de salida del actual sistema biologicista de salud mental. Muy pocos son los que te abrirán la puerta para salir. Una vez dentro, intentarán convencerte de que tus problemas se deben a una causa genética o biológica. Que tú no tienes responsabilidad sobre lo que te ha ocurrido, que tu vida y tu biografía nada tienen que ver con tus problemas, que lo único que puedes y debes hacer es tomarte esta pastilla, esta inyección, o este cóctel de ambas, que te mantendrán emocionalmente estable, tan estable, y tan sedado, que tu vida se convertirá en una especie de llanura desértica, sin alto y bajos, donde no haya montañas que escalar porque tú no debes hacer esfuerzos, tú debes llevar una vida tranquila y sosegada. El trabajo no es para ti, el amor no es para ti. Lo más importante es que no te vuelva a dar una crisis. Que no vuelvas a ingresar.
Así estaba yo después de mi debut. Pero algo me decía que existía algo más que desierto, dejé de creerme que no podía salir de ese círculo, y comencé a luchar, comencé a creer en mí mismo y no en la palabra de otro, y encontré en el desierto pequeños oasis donde la industria farmacéutica no había metido sus garras. Comencé a hacer terapia, una terapia donde mi biografía, quien yo soy, sí que tenía importancia. Y comencé a recuperarme, y encontré personas dentro del sistema que luchaban para cambiarlo. Esas personas tenían llave, y me abrieron la puerta, la puerta del movimiento asociativo. Había encontrado en el desierto un grupo que resistía y luchaba por un mundo más justo. Ya no estaba solo, y aquello le daba sentido a mi vida. Un sentido que era más importante que yo mismo, que iba más allá de mi propio bienestar.
El movimiento asociativo, la unión de personas, es la única herramienta, la única fuerza capaz de cambiar el mundo. Sólo cuando nos unimos somos capaces de producir cambios. Rememos juntos como en las galeras y este cambio será imparable. Recuerda que por muy solo que puedas llegar a sentirte, desde  la marea asociativa en salud mental estamos trabajando para que no sea así, para que tengamos una sociedad donde tu vida importe, tus necesidades se satisfagan y tus derechos se cumplan. Así que deja de luchar solo y únete. Yo lo hice. Y no puedo estar más orgulloso de mí mismo y del movimiento de personas del que formo parte.
 
Artículo de opinión publicado en la sección «La voz de SALUD MENTAL ESPAÑA» del nº 1 de 2016 de la Revista Encuentro.