30 años de la Reforma Psiquiátrica: “Una ley no lo arregla todo”
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[post_content] => “Los manicomios surgieron para proteger a las personas con problemas de salud mental de las masas sociales que querían lincharlas. En estas instituciones se las acogía, no se las trataba, ya que no eran consideradas enfermas, sino diferentes y potencialmente peligrosas e imprevisibles”, asegura Juan Sánchez Vallejo, psiquiatra y escritor.
En muchos países de Europa, estos centros cerraron a partir de la década de los 60 y los 70, al considerar que en ellos se vulneraban los derechos más básicos de las personas con problemas de salud mental.
En España, la reforma psiquiátrica no llega hasta mediados de los años 80. En 1985 se publica el ‘Informe de la Comisión Ministerial de la Reforma Psiquiátrica’, impulsado por el que fuera en ese momento ministro de Sanidad, Ernest Lluch. Un año después, la Ley General de Sanidad, recogía la esencia de lo recomendado por esta Comisión, liderada por un amplio grupo de psiquiatras que reclamaban un cambio en el modelo de atención a la salud mental.
Entre estos psiquiatras se encontraba José García González, quien además es asesor externo y miembro del Consejo Consultivo de la Confederación SALUD MENTAL ESPAÑA, el cual explica que “el estado en el que se encontraba la asistencia psiquiátrica en aquellos años y la situación socio-política del país, generó un movimiento profesional crítico que se comprometió con el cambio, produciendo nuevas ideas y a la vez afrontando muchos conflictos”.
“Para mí aquello era peor que la cárcel, era tercermundista”
Antes de esto y según el doctor Sánchez Vallejo, “la situación de los centros cerrados era dramática: hacinamiento, tratamientos crueles como electroshocks, lobotomías o inyecciones de insulina y lo peor de todo, el olvido al que se sometía a estas personas”.
Francesc Tudurí, miembro del Comité Pro Salud Mental en Primera Persona de la Confederación, pasó una temporada, en el año 74, en el hospital psiquiátrico de Santa Faz, en Alicante. “Para mí aquello era peor que una cárcel, era tercermundista. Si por la noche había alguien que la liaba, lo pagábamos todos. A los que cogían: electroshock, chorros de agua fría… no teníamos derechos de ninguna clase” recuerda.
Una nueva realidad
El artículo 20 de la Ley General de Sanidad, aprobada en 1986, dictaba que “la atención a los problemas de salud mental de la población se realizará en el ámbito comunitario, potenciando los recursos asistenciales a nivel ambulatorio y domiciliario”.
“A lo largo de estos 30 años se ha humanizado el trato a las personas con problemas de salud mental”
José García explica cómo esta ley “marca un punto de inflexión histórico en la atención sanitaria en nuestro país y su artículo 20 sobre salud mental más aún, ya que se encontraba marginada de la atención sanitaria general. Precisamente esta ley corrige aquella situación, integra la salud mental en el sistema sanitario y equipara los derechos de las personas con problemas de salud mental con los del resto de usuarios del Sistema Nacional de Salud”.
Esto supondría el cierre de los Hospitales Psiquiátricos, lo que conllevaría que las personas que se encontraban en dichos centros pasaran a ser atendidas en su entorno comunitario, en centros ambulatorios de carácter ‘abierto’.
“A lo largo de estos 30 añosse han hecho bien muchas cosas” como apunta Sánchez Vallejo. “Se ha humanizado el trato y el tratamiento de las personas con trastorno mental, se ha potenciado su integración social, se ha reformado el código civil y penal eliminando antiguos abusos a la hora de ingresar a una persona en una institución manicomial…”.
Pero pese a estos avances y todo lo que supuso esta reforma, el ámbito profesional de la salud mental cree que esta ley ha tenido un desarrollo con muchas carencias, ya que no se han conseguido poner en marcha todos aquellos servicios sanitarios y sociales que pudieran absorber la demanda y procurar una buena atención a las personas con problemas de salud mental y sus familias.
García destaca que “una ley no lo arregla todo con su publicación, luego tiene que ser objeto de aplicación y desarrollo, que vaya dando respuesta satisfactoria a las necesidades de los usuarios. Y ahí está el problema, en las insuficiencias en su desarrollo y aplicación, que son muchas”.
Para Sánchez Vallejo, a este problema que apunta García, se le suma la prevalencia del estigma sobre este colectivo. “Prevalece e incluso aumenta”, recalca el psiquiatra. “Se sigue procediendo como hace siglos en todo lo referente al trato social de las personas con trastorno mental, al que se le sigue viendo como imprevisible y peligroso”.
Ambos creen que más que emprender nuevas reformas en la actualidad, lo que habría que hacer es “desarrollar plenamente la que se puso en marcha hace ya 30 años”.
Reductos del pasado
Uno de los hitos más importantes de esta Reforma Psiquiátrica fue el cierre de los denominados manicomios. Ni mucho menos se dio cerrojazo a todos a la vez, ni siquiera a todos. Muchos de ellos se cerraron, se reformaron y se volvieron a abrir para prestar un servicio más acorde con lo dictado en la Ley. Otros cerraron y quedaron a merced del tiempo, dejando con el paso de éste tan solo estructuras de hormigón al descubierto.
“Las reticencias al cierre de los manicomios están íntimamente ligadas a la falta de recursos alternativos”
Incluso hay un centro que, pese a que el servicio que ofrece no es el que daba hace tres décadas, nunca llegó a cerrar sus puertas. Hablamos del hospital situado en Conxo, Santiago de Compostela (Galicia). Si bien nada tiene que ver con lo que fue antaño, no deja de ser llamativo el hecho de que nunca llegara a cerrarse.
Igual de llamativo es que de los otros tres hospitales psiquiátricos que había en Galicia, dos no cerraran hasta el año 2012 y el tercero hasta enero de 2016, es decir, 30 años después de la aprobación de la Ley General de Sanidad.
El presidente de FEAFES Galicia, Xosé Ramón Girón, explica que tal retraso en el cierre de dichos centros se debe “a muchos factores” entre otros “la inexistencia de un movimiento social potente que se movilizase contra un sistema aberrante”.“Las reticencias al cierre de los manicomios están íntimamente ligadas a la falta de recursos alternativos, unidos a su vez al escaso desarrollo de la psiquiatría comunitaria y a la falta de voluntad política de encarar y resolver este problema”, asegura Girón.
Para el cierre del centro de Rebullón, en Pontevedra (el clausurado en enero de este mismo año) FEAFES Galicia colaboró “de manera muy activa”, según apunta Girón. “La Federación colaboró con todos los recursos disponibles que tenemos, con el fin de asegurar un destino digno a las personas que iban saliendo del centro psiquiátrico”, explica.
El papel del movimiento asociativo
El movimiento asociativo nació pocos años antes de la aprobación de la Ley General de Sanidad, pero es a partir de la misma cuando creció rápidamente para “dar respuesta a los nuevos retos que planteaba la reforma psiquiátrica”, según explica Nel A. González Zapico, presidente de la Confederación SALUD MENTAL ESPAÑA.
Desde entonces este movimiento asociativo ha sido “un actor clave en la elaboración de políticas públicas para la atención de la salud mental”.
“Supimos desde siempre que nadie iba a hacer las cosas por nosotros”
A través de los proyectos y el trabajo realizado por las casi 300 entidades que forman SALUD MENTAL ESPAÑA y de los diversos programas puestos en marcha desde la Confederación y desarrollados por estas asociaciones, se ha ido dando respuesta a las diferentes necesidades que han surgido tras la aprobación de la Ley General de Sanidad.
Han sido 30 años de persistente trabajo. “Supimos desde siempre que nadie iba a hacer las cosas por nosotros y el tiempo nos ha dado la razón. El movimiento protagonizó en su día y lo sigue haciendo, la reivindicación de lo general a lo concreto”, apunta González Zapico.
Un futuro plagado de retos
Lo que ocurrió hace treinta años sólo fue el comienzo de un largo camino de trabajo que a día de hoy continúa y lo hace lleno de nuevos retos. El presidente de la Confederación advierte de que “hay que regenerarse para tener la capacidad de dar respuesta a las necesidades actuales de las personas con problemas de salud mental y sus familias”.
Además, Zapico hace hincapié en la importancia de “fomentar la participación y la toma de decisiones de las propias personas con trastorno mental en su proceso de recuperación”.
Por su parte, José García, apunta que para el futuro “es necesario seguir reivindicando, en los diversos niveles, el desarrollo de un modelo de atención comunitaria y exigir que se desarrollen programas de atención integrales que además tengan en cuenta los derechos que amparan a este colectivo”.
Reportaje publicado en el nº 1 de 2016 de la Revista Encuentro.
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[post_excerpt] => Se cumplen tres décadas de la aprobación de la Ley General de Sanidad, esa que abolía, al fin, los manicomios y ofrecía a las personas afectadas por problemas de salud mental la posibilidad de ser tratadas como cualquier otro paciente y hacerlo, además, en su entorno socio-familiar.
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30 años de la Reforma Psiquiátrica: “Una ley no lo arregla todo”
20/09/2016
Se cumplen tres décadas de la aprobación de la Ley General de Sanidad, esa que abolía, al fin, los manicomios y ofrecía a las personas afectadas por problemas de salud mental la posibilidad de ser tratadas como cualquier otro paciente y hacerlo, además, en su entorno socio-familiar.
“Los manicomios surgieron para proteger a las personas con problemas de salud mental de las masas sociales que querían lincharlas. En estas instituciones se las acogía, no se las trataba, ya que no eran consideradas enfermas, sino diferentes y potencialmente peligrosas e imprevisibles”, asegura Juan Sánchez Vallejo, psiquiatra y escritor.
En muchos países de Europa, estos centros cerraron a partir de la década de los 60 y los 70, al considerar que en ellos se vulneraban los derechos más básicos de las personas con problemas de salud mental.
En España, la reforma psiquiátrica no llega hasta mediados de los años 80. En 1985 se publica el ‘Informe de la Comisión Ministerial de la Reforma Psiquiátrica’, impulsado por el que fuera en ese momento ministro de Sanidad, Ernest Lluch. Un año después, la Ley General de Sanidad, recogía la esencia de lo recomendado por esta Comisión, liderada por un amplio grupo de psiquiatras que reclamaban un cambio en el modelo de atención a la salud mental.
Entre estos psiquiatras se encontraba José García González, quien además es asesor externo y miembro del Consejo Consultivo de la Confederación SALUD MENTAL ESPAÑA, el cual explica que “el estado en el que se encontraba la asistencia psiquiátrica en aquellos años y la situación socio-política del país, generó un movimiento profesional crítico que se comprometió con el cambio, produciendo nuevas ideas y a la vez afrontando muchos conflictos”.
“Para mí aquello era peor que la cárcel, era tercermundista”
Antes de esto y según el doctor Sánchez Vallejo, “la situación de los centros cerrados era dramática: hacinamiento, tratamientos crueles como electroshocks, lobotomías o inyecciones de insulina y lo peor de todo, el olvido al que se sometía a estas personas”.
Francesc Tudurí, miembro del Comité Pro Salud Mental en Primera Persona de la Confederación, pasó una temporada, en el año 74, en el hospital psiquiátrico de Santa Faz, en Alicante. “Para mí aquello era peor que una cárcel, era tercermundista. Si por la noche había alguien que la liaba, lo pagábamos todos. A los que cogían: electroshock, chorros de agua fría… no teníamos derechos de ninguna clase” recuerda.
Una nueva realidad
El artículo 20 de la Ley General de Sanidad, aprobada en 1986, dictaba que “la atención a los problemas de salud mental de la población se realizará en el ámbito comunitario, potenciando los recursos asistenciales a nivel ambulatorio y domiciliario”.
“A lo largo de estos 30 años se ha humanizado el trato a las personas con problemas de salud mental”
José García explica cómo esta ley “marca un punto de inflexión histórico en la atención sanitaria en nuestro país y su artículo 20 sobre salud mental más aún, ya que se encontraba marginada de la atención sanitaria general. Precisamente esta ley corrige aquella situación, integra la salud mental en el sistema sanitario y equipara los derechos de las personas con problemas de salud mental con los del resto de usuarios del Sistema Nacional de Salud”.
Esto supondría el cierre de los Hospitales Psiquiátricos, lo que conllevaría que las personas que se encontraban en dichos centros pasaran a ser atendidas en su entorno comunitario, en centros ambulatorios de carácter ‘abierto’.
“A lo largo de estos 30 añosse han hecho bien muchas cosas” como apunta Sánchez Vallejo. “Se ha humanizado el trato y el tratamiento de las personas con trastorno mental, se ha potenciado su integración social, se ha reformado el código civil y penal eliminando antiguos abusos a la hora de ingresar a una persona en una institución manicomial…”.
Pero pese a estos avances y todo lo que supuso esta reforma, el ámbito profesional de la salud mental cree que esta ley ha tenido un desarrollo con muchas carencias, ya que no se han conseguido poner en marcha todos aquellos servicios sanitarios y sociales que pudieran absorber la demanda y procurar una buena atención a las personas con problemas de salud mental y sus familias.
García destaca que “una ley no lo arregla todo con su publicación, luego tiene que ser objeto de aplicación y desarrollo, que vaya dando respuesta satisfactoria a las necesidades de los usuarios. Y ahí está el problema, en las insuficiencias en su desarrollo y aplicación, que son muchas”.
Para Sánchez Vallejo, a este problema que apunta García, se le suma la prevalencia del estigma sobre este colectivo. “Prevalece e incluso aumenta”, recalca el psiquiatra. “Se sigue procediendo como hace siglos en todo lo referente al trato social de las personas con trastorno mental, al que se le sigue viendo como imprevisible y peligroso”.
Ambos creen que más que emprender nuevas reformas en la actualidad, lo que habría que hacer es “desarrollar plenamente la que se puso en marcha hace ya 30 años”.
Reductos del pasado
Uno de los hitos más importantes de esta Reforma Psiquiátrica fue el cierre de los denominados manicomios. Ni mucho menos se dio cerrojazo a todos a la vez, ni siquiera a todos. Muchos de ellos se cerraron, se reformaron y se volvieron a abrir para prestar un servicio más acorde con lo dictado en la Ley. Otros cerraron y quedaron a merced del tiempo, dejando con el paso de éste tan solo estructuras de hormigón al descubierto.
“Las reticencias al cierre de los manicomios están íntimamente ligadas a la falta de recursos alternativos”
Incluso hay un centro que, pese a que el servicio que ofrece no es el que daba hace tres décadas, nunca llegó a cerrar sus puertas. Hablamos del hospital situado en Conxo, Santiago de Compostela (Galicia). Si bien nada tiene que ver con lo que fue antaño, no deja de ser llamativo el hecho de que nunca llegara a cerrarse.
Igual de llamativo es que de los otros tres hospitales psiquiátricos que había en Galicia, dos no cerraran hasta el año 2012 y el tercero hasta enero de 2016, es decir, 30 años después de la aprobación de la Ley General de Sanidad.
El presidente de FEAFES Galicia, Xosé Ramón Girón, explica que tal retraso en el cierre de dichos centros se debe “a muchos factores” entre otros “la inexistencia de un movimiento social potente que se movilizase contra un sistema aberrante”. “Las reticencias al cierre de los manicomios están íntimamente ligadas a la falta de recursos alternativos, unidos a su vez al escaso desarrollo de la psiquiatría comunitaria y a la falta de voluntad política de encarar y resolver este problema”, asegura Girón.
Para el cierre del centro de Rebullón, en Pontevedra (el clausurado en enero de este mismo año) FEAFES Galicia colaboró “de manera muy activa”, según apunta Girón. “La Federación colaboró con todos los recursos disponibles que tenemos, con el fin de asegurar un destino digno a las personas que iban saliendo del centro psiquiátrico”, explica.
El papel del movimiento asociativo
El movimiento asociativo nació pocos años antes de la aprobación de la Ley General de Sanidad, pero es a partir de la misma cuando creció rápidamente para “dar respuesta a los nuevos retos que planteaba la reforma psiquiátrica”, según explica Nel A. González Zapico, presidente de la Confederación SALUD MENTAL ESPAÑA.
Desde entonces este movimiento asociativo ha sido “un actor clave en la elaboración de políticas públicas para la atención de la salud mental”.
“Supimos desde siempre que nadie iba a hacer las cosas por nosotros”
A través de los proyectos y el trabajo realizado por las casi 300 entidades que forman SALUD MENTAL ESPAÑA y de los diversos programas puestos en marcha desde la Confederación y desarrollados por estas asociaciones, se ha ido dando respuesta a las diferentes necesidades que han surgido tras la aprobación de la Ley General de Sanidad.
Han sido 30 años de persistente trabajo. “Supimos desde siempre que nadie iba a hacer las cosas por nosotros y el tiempo nos ha dado la razón. El movimiento protagonizó en su día y lo sigue haciendo, la reivindicación de lo general a lo concreto”, apunta González Zapico.
Un futuro plagado de retos
Lo que ocurrió hace treinta años sólo fue el comienzo de un largo camino de trabajo que a día de hoy continúa y lo hace lleno de nuevos retos. El presidente de la Confederación advierte de que “hay que regenerarse para tener la capacidad de dar respuesta a las necesidades actuales de las personas con problemas de salud mental y sus familias”.
Además, Zapico hace hincapié en la importancia de “fomentar la participación y la toma de decisiones de las propias personas con trastorno mental en su proceso de recuperación”.
Por su parte, José García, apunta que para el futuro “es necesario seguir reivindicando, en los diversos niveles, el desarrollo de un modelo de atención comunitaria y exigir que se desarrollen programas de atención integrales que además tengan en cuenta los derechos que amparan a este colectivo”.
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