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[post_date] => 2022-03-24 18:36:09
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[post_content] => [vc_row][vc_column][vc_column_text]Es frecuente oír a personas con una situación económica acomodada comentar con cierto tono de sorpresa y casi admiración lo “felices” que son las personas que viven en situación precaria, porque no necesitan tanto para vivir y se conforman con lo que tienen. Y nada más lejos de la realidad.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_single_image image="84837" img_size="full" alignment="center" onclick="link_image"][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]La evidencia científica demuestra que uno de los principales factores de riesgo para desarrollar un problema de salud mental es la pobreza y la desigualdad económica. Así lo certifican numerosos estudios sobre sociedades muy diversas, uno de los últimos, por ejemplo, la encuesta elaborada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) para detectar el estado del bienestar emocional de la población española durante la pandemia. Esta encuesta revela que las personas de clases más desfavorecidas que se han sentido decaídas, deprimidas o sin esperanza, son casi el doble (32,7 %) que aquellas que se identifican de clase más favorecida (17,1 %).
El estudio del CIS se ha elaborado durante la pandemia, pero refleja una realidad constante e histórica que coloca a las personas con menos recursos económicos en una situación de vulnerabilidad, en la que el riesgo de tener un problema de salud mental es superior al de la población más acomodada económicamente.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width="1/2"][vc_column_text]El profesor e investigador en la Universidad de Lleida e integrante del grupo de investigación GRACE de la misma universidad, Xavier Martín, lo explica a través de la metáfora de la curva peligrosa. “En las curvas peligrosas se registran más accidentes. No todo el mundo que pasa por una de estas curvas va a tener necesariamente un accidente, pero si no se toman medidas para corregirla y hacerla más recta, está claro que seguirá habiendo más riesgo de accidentes”.
En el caso del binomio pobreza y salud mental, es necesario tomar medidas que suavicen esos factores de riesgo, esa curva, de manera que se reduzca la incidencia de los problema de salud mental en la población más desfavorecida. “No todo el mundo sin recursos va a tener un problema de salud mental, admite Martín, pero las estadísticas y las probabilidades van a continuar subiendo” en este sector de la sociedad.
Frente a los factores de riesgo, el investigador defiende la necesidad de implementar factores de protección que van en dos direcciones. Por un lado, las medidas de carácter político, técnico y social, pensadas para que las personas tengan más recursos, y por otro, medidas que favorezcan la cohesión social. “En general”, según explica Martín, “los países con mayores niveles de desigualdad registran niveles de cohesión social más bajos. Esto se puede ver en países como España o Francia, frente a los países escandinavos donde la desigualdad es menor y la cohesión social mayor”.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width="1/2"][vc_single_image image="84833" img_size="full" add_caption="yes" onclick="link_image"][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]En este sentido, puntualiza que “no estamos hablando solo de que las personas tengan más recursos de carácter económico o material, sino que, además, cuenten con más recursos de carácter comunitario, relacional, social, cultural, porque al final son los que tienen un papel más amortiguador y defensivo y hacen a las personas más resistentes a los factores de riesgo”. “Al final se trata de intentar reestructurar esa curva, no hacerla tan cerrada y fortalecer a las personas que van a pasar por ese trayecto”, añade el investigador.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]
“La cohesión social y los recursos de carácter comunitario, relacional, social y cultural son los que tienen un papel más amortiguador, de defensa y de resistencia frente a los factores de riesgo”.
[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width="1/2"][vc_single_image image="84845" img_size="full" add_caption="yes"][/vc_column][vc_column width="1/2"][vc_column_text]Javier nació en el año 63, en una familia pobre de Sevilla, en el, por aquel entonces, deprimido barrio de Triana. Después se trasladó a las Tres Mil Viviendas, también en la capital hispalense. Sobre el ‘mito del pobre feliz’ expresa sus dudas. “Lo que pasa es que te adaptas, porque solo conoces un ambiente, sobre todo en la época en la que yo me crie, en la que no había redes sociales. Te mueves en tu ambiente y hay mundos que no conoces. Si comes todos los días, sales de vez en cuando y tienes ropa que ponerte, pues eres feliz. Pero es un mito, creo que se trata más de adaptación”.
Javier, desde pequeño, como él dice “apuntaba maneras”, al referirse a su problema de salud mental, del que no fue consciente hasta muchos años después. “Ahora, me habrían llevado al psicólogo, o incluso en aquella época, a los niños de los barrios pudientes también los llevaban, pero yo solo recibía castigos y palizas” como respuesta a sus comportamientos, recuerda.
Al llegar a la adolescencia comenzó a ser más introvertido y fue en esta etapa, también, cuando empezó a tener ideaciones suicidas. “Estaba harto de la vida. Rechazaba mi forma de vida y me sentía incomprendido”, confiesa Javier, quien solo compartía con un amigo su estado de ánimo.
Hasta ese momento, Javier había vivido en su mundo, pero al llegar al instituto empezó a conocer a “gente de otras capas sociales y económicas y ahí empecé a vislumbrar otros mundos y no me conformaba con lo que tenía; pero no era capaz de gestionar cómo salir y me sentía arruinado y atrapado”.
Encontró salida en el ejército, donde aprovechó para hacer la carrera de matemáticas. “Era un buen estudiante y siempre quise estudiar matemáticas, pero como era tan pobre y en esa época no había tanta información sobre cómo conseguir las becas, opté por irme al ejército. Una vez fijo en el ejército, estudié la carrera, después de casarme. Y me ha servido para esta etapa nueva”.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]
“Las personas con problemas de salud mental que están en las capas socioeconómicas más bajas, no tienen herramientas para salir del bucle”
[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]"Cuando tienes problemas económicos, no es que necesariamente tengas problemas psicológicos, pero sí que estás en contextos de riesgo. En los ambientes de bajo poder económico son más frecuentes los problemas con el alcohol, las peleas, y lo ves como algo normal. En el caso de los niños, se ve que eres un niño más malo, más irritable, pero nadie piensa que tienes un problema de salud mental”, explica Javier.
En 2006 y después de 23 años en el ejército, fue cuando le diagnosticaron un trastorno mental, y desde entonces ha acudido a terapia, tanto individual como en grupo, y ha seguido tratamiento farmacológico. En 2008 fue retirado definitivamente del ejército, por su problema de salud mental, y desde entonces forma parte de la asociación AVANCE, en la que, haciendo honor al propio nombre de la entidad, ha hecho grandes progresos en su recuperación.
El último de ellos, lo hizo el pasado mes de abril, cuando pudo dejar la medicación, lo que le permite llevar una vida más activa, “incluso mi mujer me confiesa que ahora me ve mejor”, reconoce.
Desde 2010 y hasta la llegada de la pandemia trabajó como profesor de matemáticas en una academia, actividad que ha retomado recientemente por su cuenta, dando clases online, y que compagina con sus responsabilidades en el movimiento asociativo de SALUD MENTAL ESPAÑA.
Javier es un ejemplo de que del ‘bucle’ se puede salir y de que la curva se puede sortear, pero no todo el mundo tiene la misma suerte, ni las mismas oportunidades. Por ello, desde SALUD MENTAL ESPAÑA el propósito es seguir trabajando para que esto cambie y hacer de la curva una recta para todo el mundo[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_separator][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]Reportaje publicado en el nº 2 de la Revista Encuentro, 2021.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width="1/4"][vc_btn title="VOLVER A NOTICIAS" style="gradient-custom" gradient_custom_color_1="#ffffff" gradient_custom_color_2="#ffffff" gradient_text_color="#005b50" shape="square" align="center" i_icon_fontawesome="fa fa-chevron-circle-left" add_icon="true" link="url:%2Fnoticias%2F|title:NOTICIAS||"][/vc_column][vc_column width="1/4"][/vc_column][vc_column width="1/4"][/vc_column][vc_column width="1/4"][/vc_column][/vc_row]
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Reportaje sobre la pobreza y sus consecuencias para la salud mental, publicado en la Revista Encuentro, nº 2 de 2021.
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El estudio del CIS se ha elaborado durante la pandemia, pero refleja una realidad constante e histórica que coloca a las personas con menos recursos económicos en una situación de vulnerabilidad, en la que el riesgo de tener un problema de salud mental es superior al de la población más acomodada económicamente.
El profesor e investigador en la Universidad de Lleida e integrante del grupo de investigación GRACE de la misma universidad, Xavier Martín, lo explica a través de la metáfora de la curva peligrosa. “En las curvas peligrosas se registran más accidentes. No todo el mundo que pasa por una de estas curvas va a tener necesariamente un accidente, pero si no se toman medidas para corregirla y hacerla más recta, está claro que seguirá habiendo más riesgo de accidentes”.
En el caso del binomio pobreza y salud mental, es necesario tomar medidas que suavicen esos factores de riesgo, esa curva, de manera que se reduzca la incidencia de los problema de salud mental en la población más desfavorecida. “No todo el mundo sin recursos va a tener un problema de salud mental, admite Martín, pero las estadísticas y las probabilidades van a continuar subiendo” en este sector de la sociedad.
Frente a los factores de riesgo, el investigador defiende la necesidad de implementar factores de protección que van en dos direcciones. Por un lado, las medidas de carácter político, técnico y social, pensadas para que las personas tengan más recursos, y por otro, medidas que favorezcan la cohesión social. “En general”, según explica Martín, “los países con mayores niveles de desigualdad registran niveles de cohesión social más bajos. Esto se puede ver en países como España o Francia, frente a los países escandinavos donde la desigualdad es menor y la cohesión social mayor”.
En este sentido, puntualiza que “no estamos hablando solo de que las personas tengan más recursos de carácter económico o material, sino que, además, cuenten con más recursos de carácter comunitario, relacional, social, cultural, porque al final son los que tienen un papel más amortiguador y defensivo y hacen a las personas más resistentes a los factores de riesgo”. “Al final se trata de intentar reestructurar esa curva, no hacerla tan cerrada y fortalecer a las personas que van a pasar por ese trayecto”, añade el investigador.
“La cohesión social y los recursos de carácter comunitario, relacional, social y cultural son los que tienen un papel más amortiguador, de defensa y de resistencia frente a los factores de riesgo”.
Javier nació en el año 63, en una familia pobre de Sevilla, en el, por aquel entonces, deprimido barrio de Triana. Después se trasladó a las Tres Mil Viviendas, también en la capital hispalense. Sobre el ‘mito del pobre feliz’ expresa sus dudas. “Lo que pasa es que te adaptas, porque solo conoces un ambiente, sobre todo en la época en la que yo me crie, en la que no había redes sociales. Te mueves en tu ambiente y hay mundos que no conoces. Si comes todos los días, sales de vez en cuando y tienes ropa que ponerte, pues eres feliz. Pero es un mito, creo que se trata más de adaptación”.
Javier, desde pequeño, como él dice “apuntaba maneras”, al referirse a su problema de salud mental, del que no fue consciente hasta muchos años después. “Ahora, me habrían llevado al psicólogo, o incluso en aquella época, a los niños de los barrios pudientes también los llevaban, pero yo solo recibía castigos y palizas” como respuesta a sus comportamientos, recuerda.
Al llegar a la adolescencia comenzó a ser más introvertido y fue en esta etapa, también, cuando empezó a tener ideaciones suicidas. “Estaba harto de la vida. Rechazaba mi forma de vida y me sentía incomprendido”, confiesa Javier, quien solo compartía con un amigo su estado de ánimo.
Hasta ese momento, Javier había vivido en su mundo, pero al llegar al instituto empezó a conocer a “gente de otras capas sociales y económicas y ahí empecé a vislumbrar otros mundos y no me conformaba con lo que tenía; pero no era capaz de gestionar cómo salir y me sentía arruinado y atrapado”.
Encontró salida en el ejército, donde aprovechó para hacer la carrera de matemáticas. “Era un buen estudiante y siempre quise estudiar matemáticas, pero como era tan pobre y en esa época no había tanta información sobre cómo conseguir las becas, opté por irme al ejército. Una vez fijo en el ejército, estudié la carrera, después de casarme. Y me ha servido para esta etapa nueva”.
“Las personas con problemas de salud mental que están en las capas socioeconómicas más bajas, no tienen herramientas para salir del bucle”
«Cuando tienes problemas económicos, no es que necesariamente tengas problemas psicológicos, pero sí que estás en contextos de riesgo. En los ambientes de bajo poder económico son más frecuentes los problemas con el alcohol, las peleas, y lo ves como algo normal. En el caso de los niños, se ve que eres un niño más malo, más irritable, pero nadie piensa que tienes un problema de salud mental”, explica Javier.
En 2006 y después de 23 años en el ejército, fue cuando le diagnosticaron un trastorno mental, y desde entonces ha acudido a terapia, tanto individual como en grupo, y ha seguido tratamiento farmacológico. En 2008 fue retirado definitivamente del ejército, por su problema de salud mental, y desde entonces forma parte de la asociación AVANCE, en la que, haciendo honor al propio nombre de la entidad, ha hecho grandes progresos en su recuperación.
El último de ellos, lo hizo el pasado mes de abril, cuando pudo dejar la medicación, lo que le permite llevar una vida más activa, “incluso mi mujer me confiesa que ahora me ve mejor”, reconoce.
Desde 2010 y hasta la llegada de la pandemia trabajó como profesor de matemáticas en una academia, actividad que ha retomado recientemente por su cuenta, dando clases online, y que compagina con sus responsabilidades en el movimiento asociativo de SALUD MENTAL ESPAÑA.
Javier es un ejemplo de que del ‘bucle’ se puede salir y de que la curva se puede sortear, pero no todo el mundo tiene la misma suerte, ni las mismas oportunidades. Por ello, desde SALUD MENTAL ESPAÑA el propósito es seguir trabajando para que esto cambie y hacer de la curva una recta para todo el mundo
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