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    [post_date] => 2023-07-31 10:58:49
    [post_date_gmt] => 2023-07-31 08:58:49
    [post_content] => [vc_row][vc_column][vc_column_text]Cien millones de personas se han visto forzadas a abandonar sus hogares y lugares de origen, según datos de ACNUR actualizados a mediados de 2022. Huyen de la violencia, de amenazas de muerte, e incluso de intentos de asesinato, por motivos políticos, religiosos o de orientación sexual, entre otros, con el devastador efecto que esto tiene sobre su salud mental. Los centros de acogida se convierten en el primer refugio donde muchas de estas personas encuentran una puerta de entrada a un futuro con salida. En SALUD MENTAL ESPAÑA hemos tenido la oportunidad de acceder a uno de estos centros y conocer cómo es la vida en él. [/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_single_image image="96800" img_size="full" add_caption="yes" alignment="center"][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]En 2021, 65.404 personas solicitaron asilo en España, convirtiéndolo en el tercer país de la Unión Europea con mayor número de solicitudes, a bastante distancia de Alemania (190.545) y Francia (120.685), según datos publicados por CEAR, en su último informe ‘Las personas refugiadas en España y Europa’.

Las solicitudes de asilo, sin embargo, no son un garante de que esa persona se pueda quedar en el país de destino. Tendrá que esperar a la resolución del Ministerio del Interior que, en el mejor de los casos, llegará a los seis meses, “aunque la realidad es que en esos seis meses no se están resolviendo las solicitudes”, apunta Marichu Mayoral, psicóloga y referente del Servicio de Atención Psicológica de CEAR Madrid.

Este período de espera e incertidumbre, unido a la trayectoria vital, termina afectando irremediablemente a la salud mental de estas personas. En este contexto, los centros de acogida se convierten en un refugio, donde encuentran pilares físicos y mentales sobre los que reconstruir sus vidas. Lugares en los que, “el objetivo es que este tiempo de espera sea restaurador y preparatorio para una integración psicosocial y laboral en la vida en destino”, puntualiza Mayoral.

CEAR nos ha abierto las puertas de uno de sus centros, para conocer cómo es la vida diaria de residentes y equipos técnicos, cómo se gestionan las dificultades y se mantienen las esperanzas. Detrás de un portón de hierro forjado y rodeado de jardines, encontramos el ahora hogar de 28 familias. Un espacio silencioso y tranquilo, “pensado para que fuese como una casa”, puntualiza Tatiana Cordero Sánchez, psicóloga del Servicio de Atención Psicológica de CEAR Madrid.

Este centro acoge a mujeres que han huido de sus países por pertenecer al colectivo LGTBI. Algunas viven con sus hijos e hijas, otras viven con el duelo de haber tenido que dejarles en sus países de origen, y todas con “las ganas de recuperar sus vidas rotas por la separación abrupta, por el rechazo social y familiar en su lugar de origen, por la revivificación de situaciones violentas sobre sus cuerpos, el desarraigo de la familia que reniega en muchos casos”, describe la psicóloga.

Ansiedad, cuadros depresivos, situaciones de pánico... son algunas de las circunstancias con las que conviven estas mujeres, consecuencia de su trayectoria, y, en ocasiones, acentuadas por su propia situación aquí.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_single_image image="96798" img_size="full" add_caption="yes" alignment="center"][vc_column_text]“Cada renovación de la tarjeta roja (que permite trabajar y hacer otros trámites) o cuando se acerca el momento de la resolución de la solicitud de asilo se activan ansiedades, porque son momentos difíciles. Tratas de acompañar la reestructuración de estrategias para que vean en esa resolución el final de un camino, pero no de la existencia, porque lo viven con angustia y con sentimiento de pérdida”, relata Cordero.

En este proceso de espera, adaptación y gestión de sentimientos y emociones se encuentra Martha Chery (nombre ficticio para preservar su seguridad y la de su familia en Haití, su país de origen). Con 39 años es madre de seis hijos e hijas, a quienes dejó en su país sin poder despedirse para salir huyendo de la noche a la mañana, después de que intentaran asesinarla.

Es fundadora de una organización en Haití que defiende los derechos de las madres solteras, pero también de la comunidad LGTBI, y es por este segundo motivo por el que su vida corre peligro. La homosexualidad en Haití está muy mal vista, hasta el punto del asesinato. “Es la propia población civil la que mata a las personas LGTBI”, lamenta Martha Chery.

Sobre su huida, se remonta al 8 de marzo de 2021 cuando, por el Día Internacional de la Mujer, su organización celebró un evento interno en el que, aún no sabe cómo, se colaron diez hombres, que empezaron una pelea, la golpearon y la secuestraron. “Pasé toda la tarde y parte de la noche secuestrada, con los ojos tapados. Me golpearon, me violaron, y cuando pensaban que estaba muerta me tiraron a la basura”, recuerda Martha Chery, que interrumpe su relato ante el profundo dolor que le provoca este recuerdo.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]

“Me golpearon, me violaron, y cuando pensaban que estaba muerta me tiraron a la basura”.

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En España, solo el 10,5% de las 71.830 personas, cuyo expediente de solicitud de asilo se resolvió en 2021, obtuvo protección internacional. La media de la UE es de 35%.

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Un día en… Centros de acogida a personas refugiadas. Una puerta de entrada a quienes buscan una salida

31/07/2023

Reportaje sobre los centros de acogida para personas refugiadas y la salud mental de estas. Publicado en el nº 3 de la Revista Encuentro de 2022.

Cien millones de personas se han visto forzadas a abandonar sus hogares y lugares de origen, según datos de ACNUR actualizados a mediados de 2022. Huyen de la violencia, de amenazas de muerte, e incluso de intentos de asesinato, por motivos políticos, religiosos o de orientación sexual, entre otros, con el devastador efecto que esto tiene sobre su salud mental. Los centros de acogida se convierten en el primer refugio donde muchas de estas personas encuentran una puerta de entrada a un futuro con salida. En SALUD MENTAL ESPAÑA hemos tenido la oportunidad de acceder a uno de estos centros y conocer cómo es la vida en él.

puerta centros acogida personas refugiadas

En 2021, 65.404 personas solicitaron asilo en España, convirtiéndolo en el tercer país de la Unión Europea con mayor número de solicitudes, a bastante distancia de Alemania (190.545) y Francia (120.685), según datos publicados por CEAR, en su último informe ‘Las personas refugiadas en España y Europa’.

Las solicitudes de asilo, sin embargo, no son un garante de que esa persona se pueda quedar en el país de destino. Tendrá que esperar a la resolución del Ministerio del Interior que, en el mejor de los casos, llegará a los seis meses, “aunque la realidad es que en esos seis meses no se están resolviendo las solicitudes”, apunta Marichu Mayoral, psicóloga y referente del Servicio de Atención Psicológica de CEAR Madrid.

Este período de espera e incertidumbre, unido a la trayectoria vital, termina afectando irremediablemente a la salud mental de estas personas. En este contexto, los centros de acogida se convierten en un refugio, donde encuentran pilares físicos y mentales sobre los que reconstruir sus vidas. Lugares en los que, “el objetivo es que este tiempo de espera sea restaurador y preparatorio para una integración psicosocial y laboral en la vida en destino”, puntualiza Mayoral.

CEAR nos ha abierto las puertas de uno de sus centros, para conocer cómo es la vida diaria de residentes y equipos técnicos, cómo se gestionan las dificultades y se mantienen las esperanzas. Detrás de un portón de hierro forjado y rodeado de jardines, encontramos el ahora hogar de 28 familias. Un espacio silencioso y tranquilo, “pensado para que fuese como una casa”, puntualiza Tatiana Cordero Sánchez, psicóloga del Servicio de Atención Psicológica de CEAR Madrid.

Este centro acoge a mujeres que han huido de sus países por pertenecer al colectivo LGTBI. Algunas viven con sus hijos e hijas, otras viven con el duelo de haber tenido que dejarles en sus países de origen, y todas con “las ganas de recuperar sus vidas rotas por la separación abrupta, por el rechazo social y familiar en su lugar de origen, por la revivificación de situaciones violentas sobre sus cuerpos, el desarraigo de la familia que reniega en muchos casos”, describe la psicóloga.

Ansiedad, cuadros depresivos, situaciones de pánico… son algunas de las circunstancias con las que conviven estas mujeres, consecuencia de su trayectoria, y, en ocasiones, acentuadas por su propia situación aquí.

personas racializadas

“Cada renovación de la tarjeta roja (que permite trabajar y hacer otros trámites) o cuando se acerca el momento de la resolución de la solicitud de asilo se activan ansiedades, porque son momentos difíciles. Tratas de acompañar la reestructuración de estrategias para que vean en esa resolución el final de un camino, pero no de la existencia, porque lo viven con angustia y con sentimiento de pérdida”, relata Cordero.

En este proceso de espera, adaptación y gestión de sentimientos y emociones se encuentra Martha Chery (nombre ficticio para preservar su seguridad y la de su familia en Haití, su país de origen). Con 39 años es madre de seis hijos e hijas, a quienes dejó en su país sin poder despedirse para salir huyendo de la noche a la mañana, después de que intentaran asesinarla.

Es fundadora de una organización en Haití que defiende los derechos de las madres solteras, pero también de la comunidad LGTBI, y es por este segundo motivo por el que su vida corre peligro. La homosexualidad en Haití está muy mal vista, hasta el punto del asesinato. “Es la propia población civil la que mata a las personas LGTBI”, lamenta Martha Chery.

Sobre su huida, se remonta al 8 de marzo de 2021 cuando, por el Día Internacional de la Mujer, su organización celebró un evento interno en el que, aún no sabe cómo, se colaron diez hombres, que empezaron una pelea, la golpearon y la secuestraron. “Pasé toda la tarde y parte de la noche secuestrada, con los ojos tapados. Me golpearon, me violaron, y cuando pensaban que estaba muerta me tiraron a la basura”, recuerda Martha Chery, que interrumpe su relato ante el profundo dolor que le provoca este recuerdo.

“Me golpearon, me violaron, y cuando pensaban que estaba muerta me tiraron a la basura”.

diversidad

Tras una pausa contenida y difícil, Martha Chery sigue contando que antes de este último episodio ya había recibido llamadas anónimas amenazantes para que disolviese su organización. Se negó y decidió seguir adelante, aunque nunca lo denunció, porque “los policías son los primeros en condenar la homosexualidad”, afirma.

Después de sobrevivir a la paliza de sus secuestradores, y con ayuda de su pareja, logró organizar el viaje para salir del país. Primero en autobús a República Dominicana, y de ahí, en avión a Turquía, “porque en ese momento, estaba abierta a todo el mundo”, justifica.

En el vuelo, sin embargo, conoció a una mujer que le recomendó solicitar el asilo en su escala en España, “porque Turquía es un país musulmán”. Siguió esta recomendación, y desde mayo de 2021 está a la espera de que resuelvan su solicitud de asilo.

Atrás dejaba a seis hijos e hijas, de entre 18 y 5 años, a cargo de su hermano pequeño y de su pareja, de la que no sabe nada desde el mes de junio del año pasado. Al desaparecer ella, y ante la imposibilidad del hermano de cuidar de todos y todas, las hijas e hijos de Martha se han repartido y viven de dos en dos con otras personas.

Martha Chery confiesa una enorme preocupación por la seguridad de sus niños y niñas, quienes tienen que escuchar en la calle todo tipo de insultos hacia su madre, e incluso, han recibido maltrato físico. Procura mantener el contacto por videollamada y con mensajes, “aunque ahora, por la inseguridad, pueden pasar dos o tres días sin hablar con ellos”.

Ante este escenario, uno de los retos de Martha Chery es no derrumbarse y para ello trabaja a conciencia con su psicóloga, Tatiana Cordero, quien nos explica que en el proceso buscan herramientas y trazan estrategias de superación.

Martha Chery trabaja su fortaleza mental y dibuja un futuro a corto, medio y largo plazo. Su día a día transcurre entre clases de español y un curso de cocina que la mantienen ocupada prácticamente toda la mañana. “Después regreso, leo las noticias de mi país, y a veces hablo con la gente de mi organización…, les pido paciencia y esperar”.

Sus planes pasan por lograr el estatus de persona refugiada y poder traerse a sus hijos e hijas, y en 15 o 20 años, tener un papel en la política de Haití. “Mi sueño es ser Ministra de Mujer e Igualdad. Hay muchas cosas que quiero para mi país. Tú no estás en la tierra sin una razón. Tienes que dejar tu marca. Tengo hijos, amigas, primos, primas… y necesito dejar mi marca para ellos”.

“Mi sueño es ser Ministra de Mujer e Igualdad. Hay muchas cosas que quiero para mi país”.

En España, solo el 10,5% de las 71.830 personas, cuyo expediente de solicitud de asilo se resolvió en 2021, obtuvo protección internacional. La media de la UE es de 35%.

Reportaje publicado en el nº 3 de la Revista Encuentro, 2022.